En su letargo, Jenna había ido a parar sin darse cuenta, al rellano de su casa. De pequeña, Jenna siempre había opinado que era un palacio. Era una casa de estilo inglés, la fachada se encontraba totalmente revestida de ladrillo, con ventanas y balcones blancos, creando un contraste que cortaba la monotonía de este estilo.
Después de tres interminables minutos, María abrió la puerta con su inigualable sonrisa, que según la señorita Margarita, estaba obligada a lucir por su contrato. Al parecer, el contrato del la señorita Margarita, no lo exigía, pues su rostro siempre inexpresivo era mejor que mil cremas antiarrugas.
María, aprovechando su silencio le dio un discurso sobre la irresponsabilidad, y la importancia de llegar a la hora, y todo ello sin dejar de sonreír. “Es porque tiene una boca muy grande” le había dicho Samuel en más de una ocasión.Su rostro enmudeció considerablemente al recordar a Samuel, y la pobre mujer creyendo que había sido demasiado dura con su sermón, la consoló diciendo:
- No pasa nada cariño, pero la próxima vez, avise de que llegará tarde.
Cuando por fin parecía que se iba a ir, le dijo:
- Se me olvidaba, tiene visita señorita Clara, la están esperando en el salón.
Cuando Clara vio la rechoncha figura de María desaparecer por el pasillo, se dirigió al salón. ¿Quién podría ser? No esperaba visita esa tarde. ¿Sería Samuel? imposible, María había hablado en plural.
Estaba tan ensimismada en sus pensamientos, que no se había dado cuenta de que ya había llegado.
Si más demora abrió la puerta, ante ella había cuatro jóvenes, entre ellos estaba la larguirucha figura de Samuel. Al lado reposaba un chico, de rostro ausente y constitución delgada, al verlo, Clara no pudo evitar pensar que tenían los chicos en contra de la moda… y el peine… A pesar de todo, tenía que reconocer que era bastante guapo, tenía unos ojazos azules y el cabello negro, quizás con un buen corte de pelo…
En la esquina, había una chica abstraída en una revista de animales. Clara advirtió, que tenía un ojo de un color diferente, uno marrón y otro verde, la melena ondulada castaño claro le llegaba aproximadamente por la cintura. Clara, no pudo ocultar la sonrisa al ver su ropa tan… estrafalaria.
En el preciso instante en el que giró la cabeza, sintió unos ojos observándole. En la mirada del chico distinguió un matiz inquietante. Los minutos siguientes, se dedicaron a observarse mutuamente en silencio. Clara no podía dejar de mirar esos ojos opacos, tan bonitos como aterradores. Con gran esfuerzo de voluntad, Clara logró apartar su mirada, y evaluó el resto de su fibroso cuerpo. El pelo rojo escarlata meticulosamente peinado, y el embriagador olor de su colonia, solo podía significar una cosa, era gay. Esas cosas solo le pasaban a ella, con lo difícil que era encontrar un tío así, y cuando lo encontraba, resultaba que era gay, si al final iba a tener razón Verónica , los mejores eran gays o tenían novia.
El chico la sacó de su ensoñación diciendo:
- Hola me llamo Tristán, tu debes de ser Clara, bienvenida al club.
Tres pares de ojos la miraron fijamente,¿quiénes eran?¿Qué hacían en su casa? y lo más importante, ¿qué hacía Samuel con ellos?
Pero de su boca, solo salieron dos míseras palabras:
- ¿Qué club?
- Cuando ese se valla, te lo explicaremos todo – dijo Tristá, señalando a Samuel.Antes de que a Samuel le diera tiempo a replicar, Clara protestó:
- Si el se va, yo también.
- Ahí está la puerta – replicó Tristán, irritado.
- Tristán relájate, es normal que no quiera quedarse sola con unos desconocidos– le apaciguó el chico de los ojos azules.- Yo soy Tristán, el Ángel y ella Lucía, ahora que por fin nos conocemos ,¿se puede ir? - dijo con tono avieso.
¿Qué se había creído? Clara no estaba dispuesta a dejarse amedrentar:
- Veo que no es nada importante, vámonos Samuel.
Sostuvo unos segundos la mirada de Tristán retadora, para después dirigirse hacía la puerta con Samuel pisándole los talones.
- ¿Hasta que punto confías en él Clara? – le preguntó Ángel.
Cuando se viró, Clara pudo distinguir destellos rojos en la mirada de Tristán, ¿serían imaginaciones suyas? no tubo tiempo para cerciorarse, pues Tristán encolerizado se giró bruscamente hacía Ángel:
- ¡¿Estás loco?!¿ Sabes cuantos problemas puede ocasionarnos este renacuajo?
- Para tu información, tengo 17 años – nadie pareció darse cuenta de este último comentario.
- Tristán piensa, en el caso de que nos traicione, ¿de verdad crees que alguien le creería?
Tristán consideró las posibilidades un largo tiempo, antes de ceder:
- Muy bien enclenque, como se te ocurra contarle esto a alguien, hasta ese día tienes narices, ¿entendido?
La amenaza afecto hasta tal punto a Samuel, que Clara le vio por el rabillo de ojo como se miraba la nariz en el espejo. Sonrió para sus adentros.
El silencio de Samuel pareció complacer a Tristán, que empezó a relatar la historia:
- De pequeños, siempre nos han dicho que la magia es un arte de la brujas, brujas viejas y malvadas, pero ¿por qué?¿Acaso no es mágico todo lo que nos rodea?¿No es mágico ver el amanecer cada mañana?¿No es mágica tu sonrisa? – le sonrió con una sonrisa traviesa – Dime Clara,¿qué es para ti la magia?
“¿Iba todo eso enserio?” pensó Clara. Maliciosamente le contestó:
- Sería mágico, que lograses estar callado cinco segundos.
¡OH no! Otra vez esa mirada, Clara no sabía cuantas veces iba a poder soportar esa mirada, lo que si sabía, era que no se iba a rendir fácilmente.
Tristán decidió proseguir como si nada, lo que supuso un gran alivió para ella:
- La magia Clara, es todo lo que nos rodea. ¿Ves las ramas de los árboles moviéndose ahí fuera? – dijo señalando hacía la ventana –¿sabes que lo provoca?
- ¿Magia? – respondió sarcásticamente.
Tristán sin percatarse del sarcasmo, continuó:
- Veo que estás empezando a comprender, ¿y qué provoca la magia?
- ¿Tú? – dijo sin poder contenerse.
Tristán con una mueca de contrariedad la felicitó:
- Muy bien Clara, pero ¿cómo?
Clara asustada se apretujo contra Samuel. Habían pasado de hippies a locos. ¿De verdad creían que podían hacer magia?
Decidió seguirles el juego:
- ¿Con eso que llamamos la cabeza?
- No, con esto.
Los momentos siguientes, observaron el medallón que Tristán les estaba enseñando. Al fin, Samuel rompió el silencio.
- ¿Es un búho?
- ¿Los búhos hacen magia? – preguntó escéptica.
- Uno ciego y la otra boba – les sonrió, pícaramente – Esto es un ave fénix, el símbolo del fuego, no te confundas, está medalla no hace magia sola, necesita un cuerpo, un cuerpo que le proporcione la magia, un cuerpo con el don.
- ¿Qué don? – dijo Clara, dispuesta a saber hasta donde iba a llegar Tristán con esa farsa.
- El don de la magia, por supuesto – hizo una pausa dramática -Como debes saber, hay cuatro partículas elementales, que son tierra, aire, agua y fuego. Estos ciclos, funcionan gracias a la magia de cuatro elegidos. Este echo se ha repetido a lo largo de los siglos. Antiguamente, a los portadores del don se les veneraba como a Dioses, pero con el paso del tiempo, está información se ha ocultado para protegernos, porque los humanos nos hemos vuelto desconfiados ante lo nuevo, ante lo diferente. Pero siempre hay personas conocedoras del secreto, tanto aliados, como enemigos, por eso hemos venido, para protegerte de esos enemigos.
“¿De verdad pretendían que me creyera todo eso?” Pensó Clara. No se podía creer que hubiera gente tan loca en el mundo.
La voz de Ángel interrumpió sus pensamientos
- No esperamos que nos creas, por eso vamos a hacer una especie de exhibición.
Dicho esto, Tristán se saco una piedra del bolsillo, y se hirió:
- Para sacar toda la magia que tenemos dentro, tenemos que dar una parte de nosotros, sangre. Como es de suponer cuanta más sangre das, más energía viertes, lo que nos debilita, tenlo en cuenta.
Tras esta advertencia, unió su mano con el medallón. Otra vez, Clara distinguió el destello rojo en sus ojos, instantáneamente un libro ardió. Con una exhalación, Clara corrió hacía lo que quedaba del libro.
- Nunca he sido partidario de la lectura.
Clara miró desolada lo que quedaba del libro, la señorita Margarita la iba a matar.
Samuel miraba todo incrédulo, esto contradecía todo lo que había creído durante tantos años, por eso se sorprendió al oír a Clara decir:
- Me debes un libro.
- ¿Eso quiere decir qué tendremos el placer de volver a vernos?
- ¿Tengo otra opción? – dijo ella, sin apartar la mirada del libro.
- Tristán, necesita descansar y asimilar todo – le insinúo Ángel.
Después de perder el tiempo convenciendo a Samuel de que estaría bien, Clara se fue a la cama, donde unos ojos negros como el carbón, protagonizarían sus peores pesadillas.

Precioso *-*
ResponderEliminarTe sigoo......sigueme :3
http://laurametalparanoid.blogspot.com/
Un beso :)
grax ok ya t sigo
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