lunes, 4 de abril de 2011

CAPITULO 3. EL PASADO.

Clara no podía ocultar su nerviosismo, ¡iba a tener una espada!, lamentablemente iba en su busca en el metro. Según Clara no tenía clase ni buen olor, el tipo de transporte que solo usa la gente mediocre. Pero por más que insistía, Ángel no cedía ante la idea de usar la limosina. Por eso, estaba en un asiento asqueroso rodeada de chicles.
    En la cabeza de Clara, bullían millones de preguntas sin respuestas, pero tenía miedo de que Ángel la considerara una cotilla. Armándose de valor, insinuó:
-         Ángel, todo esto es nuevo para mi… y tengo dudas…
-         Puedes preguntar, tranquila, aunque tienes que comprender que todas tus preguntas no pueden ser contestadas – al ver su cara, se apresuró a añadir – por ahora.
-         Bueno… ¿Dónde vivís? No tenéis dinero, ¿no robáis, verdad? Ángel, sabéis que podéis pedirme dinero sin problemas ¿verdad?
-         Clara, en primer lugar no hemos estado robando, y en segundo, no tienes por qué estar preocupada por nosotros, sabemos cuidarnos solos – se calló esperando no haber metido la pata, había sido muy duro, cuando ella solo pretendía ayudar – Te prometo que un día te enseñare nuestra “guarida”.
Ella complacida por el ofrecimiento; decidió proseguir con el interrogatorio:
-         ¿Entre Tristán y Lucía hubo algo?
Ángel prorrumpió en sonoras carcajadas, ¿qué le hacía tanta gracia?
-         No, claro que no, bueno eso espero, como hermanos se quieren, pero no creo que hasta ese punto.
¿Por qué se había sentido tan aliviada?¿De verdad estaba celosa de Lucía? Pero lo que verdaderamente le preocupaba no
era el haber estado celosa de Lucía, sino de Tristán ¿Cuáles eran sus verdaderos sentimientos hacía él?
No quiso seguir pensando en eso, decidió continuar con sus preguntas:
-         ¿Tristán por qué es así?
-         ¿Así?¿Así como?
-         Así de imbecil.
-         ¿Tiene que haber una razón?
-         No, pero espero que la haya.
-         Tus esperanzas se han cumplido, la hay, pero no creo que te guste oírla, y una vez empiece no voy parar – le advirtió.
-         Correré el riesgo.
-         Cuando Tristán tenía 9 años, su padre murió gravemente enfermo, dejando a su madre sola con tres hijos, Lucía, Marcos y Tristán. Al no tener trabajo las deudas subieron, y al no poder pagarlas, decidió recurrir a un grupo de estafadores, pero igual que no podía pagar al banco, no pudo devolverles el dinero a ellos tampoco. Un día, tres hombres entraron en la casa dispuestos a llevarse lo suficiente como para saldar la deuda pendiente, pero el muy estúpido de Tristán, se interpuso en su camino, el estafador logró herirle, pero lo que no esperaba es que Tristán ardiera en llamas, y estás fueran hacía él. Pero la cosa no acabó ahí; su madre al ver la sangre derecha a su medallón, fue directa a su fin – hizo una pausa, buscando las palabras que iba a decir a continuación – Y así fue, como Tristán mató por primer vez con tan solo doce años, a un estafador y a su propia madre – dijo casi en un susurro – Después de ese… terrible suceso, la policía los llevo con su tía Carmen, que no los acogió precisamente con los brazos abiertos, después de haber cortado toda comunicación años antes con su hermana menor. Un año después, Tristán, cansado del desprecio de su tía y su hermano, huyó con Lucía, en busca de su otro tío desaparecido hasta entonces; alimentándose solo de lo que lograba robar. Su tío, los instruyó en el arte de la magia antes de morir de un infarto, tras su funeral, fueron en mi busca.
Clara al ver que no proseguía, preguntó:
 -   ¿Cómo sabía donde encontrarte?¿Como me encontró a mi?
-         Esa es otra historia- su tono de voz, dejaba claro que no iba a permitir más preguntas sobre el tema.
-         ¿Por qué le odiaba Marcos?¿Por qué no le odiaba Lucía?
-         Marcos, le odiaba porque era el culpable de las muertes de las dos personas que más quería en el mundo, y Lucía no le odia porque no sabe la verdad, y no la sabrá – dijo con una clara amenaza.
-         ¿De las dos muertes?
-         Clara lo siento, pero no puedo contarte más de lo que ya te he contado.
Clara sin poderse contener, hizo otra pregunta:
-         ¿Cómo sabia su madre que si la sangre llegaba al medallón se prendería en llamas?
-         Todo a su tiempo Clara.
Clara se calló, se contentó con lo que sabía. Todavía no acababa de digerir todo lo que Ángel le había contado. ¿Cómo podía haber sido tan dura con Tristán? No se lo perdonaría, a partir de ese momento sería más indulgente con él. Por todo ello, Clara no entendía el comportamiento de Ángel hacía Tristán, sabiendo lo que sabía sobre él.
-         Conociendo su historia, ¿por qué no eres más amable con él, después de todo lo que a debido de sufrir?
-         Un cazador nunca siente pena por su presa, un cazador sabe que ante el menor descuido él puede ser la víctima, no dudo del sufrimiento de Tristán, como tampoco dudo de que al menor descuido por mi parte seré hombre muerto.
La opinión de Clara no varió ante la filosófica respuesta de Ángel, ella no podía dejar de pensar lo duro que debió ser para Tristán matar a su propia madre, y tener que vivir con ese peso en su conciencia, más el odio que procesaba hacia su propio hermano.
Dispuesto a cambiar de tema, Ángel curioseó:
-         Ahora me toca a mi preguntar, ¿qué tal si me cuentas algo sobre ti? Me lo debes, cuando Tristán se entere de todo lo que te he contado me va a matar, solo pido a cambio poder oír tu voz antes de mi muerte, eso lo compensaría todo.
No se lo podía creer; había pasado de ni mirarla, a flirtear con ella descaradamente. Por lo general, él siempre había sido muy tímido, y este nuevo paso no le disgusto.
-         Me parece justo,¿qué quieres saber?
 
-         Debe de ser horrible no saber si la gente se te acerca por el dinero,¿siempre ha sido así?
-         ¿Esa es tu forma más sutil de decirme si siempre he sido rica? La respuesta es, sí.
-         ¿Tú y Samuel siempre habéis sido amigos? – dijo esperando que no se diera cuenta de la pregunta oculta.
-         Si, desde pequeños, claro que siempre ha habido algunas peleas – Clara recordó su pelea unas semanas antes, donde Ángel, Tristán y Lucía habían salvado su amistad apareciendo de improvisto.
Ángel suspiró para sus adentros, eso quería decir que no había ni hubo nada entre ellos.
-         ¿Quién es esa tal Margarita? La has criticado tanto estas semanas, que me empieza a caer mal sin conocerla.
-         Es mi carcelera, aunque también es mi tutora. Mi padre decidió contratarla al morir mi madre, según él “necesitaba una figura materna – dijo esto último con sorna – si quería matarme,¿por qué no eligió una muerte menos dolorosa?
Ángel, con renovado interés, inquirió:
-         ¿Llegaste a conocer a tu madre?
-         No, murió nada más nacer yo.
-         Lo siento.
-         Supongo que al no haberla conocido no puedo echarla de menos.
Ángel dio por concluida la conversación, el también había perdido a sus padres, sabía que había sido un acto de amor de su madre el haber entregado su vida por él, igual que la madre de Clara. A su mente vinieron las imágenes del orfanato donde se había criado, no le trataban mal, pero no era un lugar donde se deseara vivir, por eso Tristán le había parecido un ángel salvador al sacarlo de ese infierno… qué equivocado estaba…

No hay comentarios:

Publicar un comentario