jueves, 14 de abril de 2011

CAPITULO 7. MÁS ALLÁ DEL ODIO.

Clara no había hablado en todo el camino de vuelta, sumida en sus pensamiento, este silencio solo fue roto al contestar al móvil, era Samuel, como no…¿es qué no la podía dejar en paz?
-        ¿Qué quieres? – contestó de mala gana.
-        Quería saber si estabas bien – dijo más preocupado por su tono de voz que ofendido.
Había tenido un día duro, las palabras de Tristán seguía martilleándole en la cabeza, y toda esa rabia contenida salió a la luz:
-        ¡Samuel déjame respirar tranquila! No pasan cinco minutos que no llames haber si estoy bien, no eres ni mi padre, ni mi hermano, ni siquiera mi novio, estoy harta Samuel, es la misma historia de siempre, si no estás celoso estás preocupado ¡Se acabó! Puedo hacer lo que me de la gana cuando me de la gana, sin tener que darte explicaciones.
Colgó al instante, se había quitado un peso de encima, la calma volvió a ella.
Ángel se apartó unos centímetros, pensando que era mejor estar fuera de su alcance. En cambio Tristán le sonreía de oreja a oreja, cada vez descubría nuevas cosas de ella que en vez de desagradarle la hacía parecer más irresistible.
Clara había apartado la mirada, después de tanto tiempo, había vuelto haber sus ojos con esos destellos rojos tan inquietantes. Por otra parte tampoco es que quisiera mirarle, después de oírle decir todo lo que había hecho sin la menor muestra de arrepentimiento, o eso parecía.
No paraba de pensar que estaba con unos extraños a los que apenas conocía, ¿cómo habían llegado hasta ahí?¿Cómo se habían enterado de donde vivía ella y Ángel?¿Cuál había sido el pasado de Ángel? Había tantas preguntas… y todas ellas sin contestar, y lo peor de todo, es que se había dado cuenta de a la ignorancia a la que la tenían sometida justo ahora. Ella era miembro del grupo, ella era aire, tenía derecho a saber, pero no era lo bastante valiente como para decir sus preguntas en voz alta, para después tener que oír, el “más adelante” de siempre.
No tuvo que molestarse en preguntar, Tristán la sacó de dudas diciendo:
-        Creo que te debo una respuesta a tu pregunta, Lucía y yo no somos hermanos, mi padre la trajo antes de nacer yo, somos como hermanos, y Marcos… es medio hermano, por parte de madre.
Clara siguió callada a pesar de la curiosidad, el rencor seguía estando ahí.
-        Yo también te debo una explicación, no te quise explicar nada, para no ver la compasión en tus ojos cada vez que te mirase, ahora se que hice mal, y lo siento – Clara no había apartado la mirada del suelo, como una niña arrepentida – Mi padre me abandonó en un orfanato nada más nacer, y a mi madre la ingresó en un psiquiátrico (manicomio), la última vez que lo vi estaba en Alemania – dijo mirando a Tristán sin disimular su odio – pase la mayor parte de mi vida en un orfanato, hasta que Tristán me secuestro en una de mis visitas a mi madre, esa fue la última vez que la vi – el odio en su mirada se reavivó en está última frase.
-        No podemos correr riesgos.
-        Los corrimos cuando fuimos a ver a mi padre.
-        Necesitábamos esa información.
 
-        Mi padre me desprecia Tristán, sabías que nunca nos daría esa información, odia todo lo que tiene que ver con la magia, y nunca contribuiría a salvarla aunque ese fuera su fin.
Clara se acercó intentando oír mejor, pero eso solo hizo que se dieran cuenta de su presencia, y se callarán al instante. Clara maldijo por lo bajo, la cosa se estaba poniendo realmente interesante,¿era ese el origen del odio de Ángel hacía Tristán?¿Qué había pasado realmente?
Era todo tan injusto… sentía tanta curiosidad… pasar tanto tiempo con Verónica le estaba afectando, era su mejor amiga, pero ambas sabían que era solo por conveniencia.
Hizo un mohín y se giró hacía la ventana, estaba segura que incluso Lucía sabía más que ella, lo que era terriblemente vergonzante.
Las puertas del metro por fin se abrieron, Clara salió corriendo despidiéndose con la mano de Ángel y Tristán, tenía una cita con Lucía.



Clara, había ido lo más rápido posible al lugar de la cita, tras dejarle un mensaje a Lucía avisándola.
-        ¡Hola! – dijo alegremente, mientras se dirigía a ella dando saltitos.
Clara miró a su alrededor, solo había dos personas en la plaza, ninguna conocida para su alivio.
-        Hola Lucía, gracias por haber venido.
Un placer – dijo con un radiante sonrisa – hubiera llegado antes, pero sigo sin entender como funciona este móvil, no entiendo porque Tristán me obliga a
-        usarlo, es un aparato innecesario y terriblemente caro, que solo aumenta el consumo y por tanto la crisis, antiguamente no había, y nadie a muerto por ello.
Que rarita era… Menos mal que no había nadie presente, por eso se permitió decir:
-        Claro… ¿quién en su sano juicio tiene uno voluntariamente?
-        Eres la primera persona que me comprende – dijo agradecida por el comentario.
-        ¿Enserio? Nadie lo diría… - decidió que era el momento de cambiar de tema – Lucía, ¿tú sabes por qué Ángel detesta a Tristán?
-        Porque Tristán obligó a Ángel a ver a su padre, cuando volvió estaba muy triste, su padre le había dicho cosas muy malas. Al día siguiente, Ángel le dijo a Tristán que se tenía que ir, que el padre había retirado el dinero que mantenía interna a su madre, y tenía que ir con ella, pero Tristán se lo prohibió, y ahora vive con gente de la alianza, sin poder ver a nadie, porque ha empeorado mucho, está totalmente aislada del mundo.
Clara se quedó boquiabierta,¿ Como se había enterado de todo eso?¡Y parecía tonta! Ese día aprendió dos cosas, que tenía que tener cuidado de lo que decía delante de Lucía, y que no se le podía contar un secreto, ¡Qué bocazas era! Justo lo que necesitaba.
-        Lucía,¿Has visto alguna vez a Tristán besar?¿La chica parecía que sufría?
-        ¿Y por qué tendría qué sufrir? Si lo he visto besar, y no es que sea principiante precisamente.
Clara no la contradijo, sabía de primera mano como era Tristán besando, y a pesar del dolor del las quemaduras en su piel, lo había disfrutado al máximo.
-        Clara creo que me he ido de la lengua, ¿podría ser este nuestro pequeño secreto? Ya sabes como hacen las amigas.
-        Lucía, nosotras somos amigas – dijo esperando que no se lo tomase al pie de la letra.
-        ¿Enserio? – dijo sin poder ocultar lo feliz que la hacía esas palabras – Como ya he abierto la boca no creo que haga ningún mal al contarte otra cosa más, ¿no crees? No dejes escapar a Ángel, por primera vez en mucho tiempo ha vuelto a sonreír, y el brillo en su mirada que creía perdido para siempre, vuelve cada vez que te mira.
Clara se sintió culpable,¿por qué era todo tan complicado?¿Por qué no podía olvidar a Tristán y enamorarse de Ángel? Todo sería más fácil, pero el amor no tiene reglas, no se le puede atar, como viene se va, y en ese momento su corazón estaba con Tristán, por mucho que le pesase.
-        ¿Y Tristán?
-        ¿Tristán? Digamos que ni el mismo sabe cuales son sus verdaderos sentimientos, está tan concentrado en el  exterior,  en fingir ser lo que no es, que se ha creído su propia mentira. Clara no sabes lo feliz que me haría veros juntos, pero no funcionaría. Yo ya perdí la esperanza hace tiempo, no quiero que te pase lo mismo.
Clara admiró la facilidad de Lucía de mirar en el  interior de las personas, pero deseo con todas sus fuerzas que se equivocara, quería volver a besarle, volver a sentir el calor recorriendo su cuerpo,¿desde cuando era masoquista?

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